Adiós a Pepe Calvo, veterano bailarín de salsa en Barranquilla
Es considerado uno de los precursores del baile salsero en la ciudad.
Por Roberto Llanos Rodado
A mediados de la década de los 60, cuando a la salsa no se le conocía como salsa, pero ya irrumpía en Barranquilla a manera de coletazo musical de lo que se bailaba, escuchaba y gozaba en Nueva York y la cuenca del Caribe; en la ciudad un mozalbete de unos 18 años sobresalía en el ambiente rumbero de la entonces naciente urbe, como un excelso bailarín del portentoso ritmo afroantillano.
Pepe Calvo era el nombre con el que todos lo conocían, aunque en sus documentos aparecía registrado como Roque Raúl Calvo García.
De esta identidad real muchos apenas se enteraron este jueves, luego de que sus familiares anunciaron que ‘Pepe’ había fallecido en su residencia del complejo habitacional Bello Horizonte, en el sector norte.
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Pepe Calvo tenía 85 años, falleció en horas de la mañana, y fue sepultado el viernes 21 de junio en el cementerio Jardínes de Paz, en la vía a Puerto Colombia.
Venía aquejado desde hace algún tiempo de problemas renales, y había perdido la visión, dijeron sus hermanas mayores Dolores y Vilma. No deja hijos.
Quienes conocieron a Pepe Calvo y lo vieron exhibir su arte en bares y estaderos de la época, no dudan en catalogarlo como un pionero, al que le siguieron los pasos otros grandes bailadores hasta llegar a los conocidos en la actualidad: Michi Boogaloo, Fredy Colombo, el Jimmy Mambo (f), Willie Salsita, El Tongo, para mencionar a algunos.
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El ambiente musical lo dominaba entonces la trayectoria de Cortijo, los hermanos Palmieri, Machito, Tito Puente, la misma Sonora Matancera, entre otras agrupaciones.
“Pepe no bailaba, levitaba, fue un adelantado que mostraba una coreografía muy singular cuando salía a bailar lo que ahora llamamos salsa y que inicialmente se le decía música antillana”, detalla su amigo y vecino en el barrio Chiquinquirá, Senén Sánchez, testigo de las primeras muestras del swing de Calvo.
“Éramos pelaos y en Carnaval bailábamos en la cumbiamba la Gigantona, de la calle 39 (las Flores) y la carrera 35 (Hospital), de ahí Pepe se soltó a bailar los fines de semana en un sitio, allí mismo, en el que ponían dicha música”, cuenta también Sánchez.
Pepe Calvo alcanzó ‘las grandes ligas’ como bailador cuando llegó a los bares y estaderos de la antigua zona de tolerancia del barrio La Ceiba, a los que acudía los sábados y domingos con su ‘combo’ de amigos, que antes llamaban “galladas”.
“Se hizo famoso y reconocido en las pistas del Stop Bar, La Charanga, El Palo de Oro, el Follies Berge, la Gardenia Azul, La Fuente; y luego en El Coreano, la Cien, Las Vegas, entre otros establecimientos de rumba; aunque igualmente causaba sensación en el Jardín Águila y la Unión Española, salones de baile iniciadores de las verbenas", recuerda el amigo. “La gente hacía ronda para verlo bailar, y terminaba en medio de aplausos”, agrega.
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En ese entonces Pepe Calvo era un joven espigado, medía aproximadamente 1,78 de estatura y vestía como lo hacía la juventud del momento: jeans ajustados, suéteres manga larga o camisetas manga corta, igualmente ceñidas al cuerpo.
“Ese estilo en el vestuario lo adoptamos los muchachos de antaño de una película que hacía furor en aquel tiempo, West Side History, que trataba precisamente de grupos de jóvenes de Puerto Rico y Nueva York, que se desafiaban para demostrar quienes bailaban mejor”.
Pepe Calvo llevaba muchos años alejado del círculo salsero en la ciudad, pero su renombre como precursor entre los bailadores aún se mantenía vigente, especialmente en la vieja escuela, la que conoció el ritmo cuando la etiqueta salsa no figuraba en el horizonte de lo que después sería el boom que aún sobrevive.
“En esos días a Pepe, le competían como bailadores Orlando Chavarro, extrabajador del desaparecido Seguro Social, y un cachaco muy ágil bailando, llamado Sammy Gómez, que residía en el barrio Olaya”, concluye Senén Sánchez sobre su inolvidable amigo y vecino, Pepe Calvo.